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Mensaje final del 47º Capítulo General

Capitulares 150715

Mensaje a los hermanos y hermanas del 47º Capítulo General
En Esztergom, Hungría, a orillas del Danubio, por donde han pasado tanta historia y tanta fidelidad escolapias, nos hemos reunido en el nombre del Señor Jesucristo para vivir este 47º Capítulo General convocados bajo el lema de Discípulos y Testigos. Con humildad y sinceridad, en el marco eclesial de la celebración del Año de la Vida Consagrada, hemos seguido la recomendación de Calasanz de estar  atentos a la voz del Espíritu que viene y va y que no hay que dejar pasar sin escucharla, y así hemos buscado la voluntad de Dios para las Escuelas Pías. Hemos comenzado mirando nuestra realidad y escuchando los informes de quienes nos animaron en los años que hemos dejado atrás para, a partir de ahí, identificar
los desafíos que se nos presentan por delante. Hemos elegido también a quienes en
conciencia creemos que pueden acompañar nuestra vida, y les hemos confiado la misión de ayudarnos a realizar nuestro proyecto de Orden. Hemos sido amorosamente acompañados e iluminados por la Iglesia gracias a las palabras y presencia del Primado de Hungría, del Nuncio de Su Santidad y del Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Por último, hemos dedicado varios días a pensar, discutir y escribir las claves de nuestro futuro reflexionando sobre la necesidad de profundizar nuestro compromiso como Discípulos y Testigos de Jesucristo y definiendo las Líneas de Acción que nos han de orientar.
Al terminar estos días de trabajo y Gracia, de esfuerzo y bendición, queremos, queridos hermanos y hermanas, escolapios religiosos y laicos, compartiros unas cuantas razones para la alegría y la esperanza:

  • Hemos celebrado el 47º Capítulo General con una Orden muy viva. Obviamente tenemos pobrezas y precariedades y números limitados en muchos lugares, pero en Esztergom nos hemos reunido más de setenta escolapios entre religiosos y laicos, amantes de los niños y de los jóvenes, de cuatro continentes, de muchas naciones, con culturas y lenguas distintas y todos con una misma fe y un mismo e intenso compromiso con la obra iniciada por San José de Calasanz. Sabed, hermanos y hermanas, que somos una Orden viva, un miembro necesario, hermoso y viviente del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
  • Hemos asistido a una cita con la historia. Con agradecimiento y admiración hemos visto unas Escuelas Pías centroeuropeas que nacieron en tiempos de Nuestro Santo Padre y que pasando por grandes dificultades han permanecido fieles hasta hoy. Con gozo hemos contado con la presencia de unas Escuelas Pías africanas que ya son una realidad consolidada. Con ilusión hemos contado con la presencia de hermanos de Asia que nos muestran que si bien menguamos en algunos lugares, Dios nos concede el regalo de crecer en otros. Hemos estado presentes en el momento inolvidable en el cual los responsables de nuestras nuevas presencias en Indonesia, Congo y Vietnam han tomado la palabra para dirigirse a los Capitulares y decirles que, no sin sacrificios, nuestro carisma es fecundo en sus hermosas naciones y le espera arraigar y crecer con la gracia de Dios. Con el deseo de revitalizarnos y llevar a cabo con audacia nuestro proyecto, nos hemos reestructurado en cuatro circunscripciones todas ellas plenas de realidades y oportunidades: Europa, América, África y Asia. Y con sentido de fraterna acogida hemos tenido entre nosotros, discerniendo con nosotros, a hermanos y hermanas laicos, entre ellos los miembros del Consejo General de la Fraternidad de las Escuelas Pías, que como nosotros vibran con la belleza de nuestro carisma.
  • Hemos trazado las claves de nuestro futuro y es un buen futuro. El Capítulo entrega a la Orden nueve grandes Claves de Vida y numerosas Líneas de Acción las cuales, llevadas a cabo con ilusión y fidelidad, han de dar fruto al promover la cultura vocacional y la profundidad de nuestra vida en comunidad, en la orientación de nuestros trabajos ministerial y de misión compartida e integración carismática, al hacer énfasis en los aspectos fundamentales de nuestra formación inicial y permanente, al mostrarnos horizontes para los procesos de reestructuración y expansión, al establecer las directrices económicas que puedan hacer sostenible nuestra obra y al disponer en el centro de todo el conocimiento a fondo de la persona, pedagogía y espiritualidad de San José de Calasanz. 
  • Y os hemos dejado el regalo de un documento capitular, «Discípulos y Testigos de Jesús hoy», para encender vuestro corazón en el amor al Señor Jesucristo, en el deseo de dejaros interrogar por Él y responder generosamente sus invitaciones.

Terminan estos días en los que nos han acompañado el sol del verano y la luz de ese
otro sol que nace de lo alto y al que hemos recibido cada día en la Eucaristía. Al partir nos llevamos el recuerdo entrañable de los hermanos y la gratitud con las Escuelas Pías de Hungría que con tanto afecto prepararon y dispusieron todo para la celebración adecuada de nuestro Capítulo. Volvemos a casa con la satisfacción de haber cumplido vuestro encargo, el que nos hicisteis de ver por el bien de la Orden, y con la alegría de saber que Dios nos ha regalado llegar a los 400 años de nuestra Orden conservándola para el bien de la niñez y de la juventud, para la salvación de quienes sufren la esclavitud de la pobreza, la ignorancia y el pecado.
Hermanos y hermanas, hay mucho por hacer. Sabemos que somos pequeños y débiles. Pero al amparo y protección de la Santísima Madre de Dios, Madre nuestra, aguardamos confiados el mañana con la esperanza puesta en Dios. Y la esperanza no defrauda.
Que Dios os bendiga a todos.

Esztergom, 21 de julio de 2015.
Los miembros del 47º Capítulo General.

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