Es bueno recordarnos con frecuencia y presentar a quien le pueda interesar las cinco finalidades de nuestra misión escolapia que reflejamos en ese gráfico.
- La felicidad actual y futura de nuestros alumnos (o de cualquier persona a la que se dirija nuestra misión o que participe en ella). Y esa felicidad se consigue con los otros cuatros elementos y también ofreciendo seguridad, cariño, formación para crecer en fortaleza, descubrimiento y desarrollo de la propia vocación.
- Una formación integral que alcance todas las dimensiones de la persona (cabeza, corazón voluntad, relación…), desde todos los ámbitos posibles (familia, escuela, tiempo libre…) y a pleno tiempo (más allá de los espacios y tiempos o etapas formales de la escuela).
- Una oferta explícita del Evangelio que suponga conocerlo, experimentar algunas de sus claves, celebrarlo y tratar de vivir en bienaventuranza.
- Una clara opción por la transformación personal y social que conlleva una predilección por quien más lo necesita, por concienciar y concienciarnos, asumir e invitar a compromisos concretos y llevar un estilo de vida coherente.
- Una actitud de permanente convocatoria a la colaboración, a la misión compartida, a la Fraternidad, a la vida religiosa escolapia… y a vivir en respuesta a la llamada de Dios y de la sociedad.